lunes, 24 de junio de 2013

Buena suerte y buen viaje amigos

No tengo más que mirar en el espejo para ver una muestra de cómo cambia la vida. Hace ya cinco años que terminé el bachillerato, con la PAU hecha y la preinscripción presentada en la facultad de Medicina. Y miradme ahora: de vacaciones y con el primer ciclo de Psicología en el bolsillo trasero ya. Dentro de la nostalgia que tiñe esta entrada, no hay ni el más mínimo arrepentimiento, y ya todos saben porqué. Pero no puedo evitar pensar en dos grandes personitas que se han convertido en licenciados y han acabado con una etapa de su vida, mis queridos M y A.

Ya saben que yo soy más de publicar cosas en general, pero alguna que otra vez me permito dedicar cosas porque lo considero oportuno. Licenciarse (y con honores además) es algo en vías de extinción, básicamente porque a partir de ahora todos saldremos al mercado laboral como graduados. Pero ellos no. Fruto de un trabajo muy intenso, dedicación, sacrificio y mucho empeño ya son Universitarios (con U mayúscula) y con un expediente que más de uno sueña con alcanzar (un servidor entre ellos). Ahora se les abre un mundo de posibilidades muy distintas a las que estaban acostumbrados. Pero es parte de la vida y de ese proceso de "hacerse adulto" que muchos llaman "madurar". 

Desde aquí, les deseo lo mejor con las pequeñas metas que se van marcando y recordarles que nunca pierdan de vista el Norte y la visión de conjunto, aunque para algo me tienen a mí, ¿no? Son muchos años de relación, de risas, fiestas, broncas, lágrimas, desengaños y apoyo constante. Con orgullo puedo decir que ha pasado más de una década desde que esas dos personitas se colaron en mi vida (aunque haciendo honor a la verdad, fui yo quien se coló en la suya) y espero no perderlos por muchos años que pasen. Porque "el grupi" se ha ido modificando según avanza la historia, pero los originales, esa 1º generación, aún permanece unida. 

Lo nuevo asusta porque es desconocido, pero ya verás, M, que en nada te haces con los mandos de esa nave. Y tú no desesperes, A, las llamadas llegan y si se retrasan más de lo políticamente correcto, tienes tu magnífica prosa virtual para recordarselo a quien haga falta. No me olviden.


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