domingo, 9 de diciembre de 2012

Falta de consideración

Hay días por los que pasas sin pena ni gloria, con un equilibrio más o menos estándar en tus alti-bajos emocionales. No obstante hay otros (y menos mal que los hay) en los que o te sientes dominado por la euforia y contagias optimismo a todo el que se te cruza o ves cosas que te dejan más que contrariado, patidifuso, y te preguntas si al mundo en general le faltan dos dedos de frente o es que ha perdido por completo el rumbo. Y para muestra un par de botones.

No hace mucho que he tenido que estar en contacto con niños por un trabajo de clase, experiencia que fue sumamente gratificante como comenté en una entrada anterior. Aquí un jovenzuelo inmerso ya en la veintena es un firme defensor de retomar la inocencia de vez en cuando. Hará cosa de unos días que vi una nueva película de animación cuya moraleja era no perder la inocencia ni dejar de creer en lo que te hace feliz. Y de pronto piensas: "¿y por que no hacerle caso?" Cuando sufres una regresión mental (sin llegar al extremo de lo patológico, cuidadín) y te dejas llevar, contagias ese espíritu a tu alrededor y no si no lo has hecho, no sabes las buenas recompensas consecuencias que puedes encontrarte...

Pero siempre está la cara B de la situación. Hoy mismo tuve que presenciar una muestra del gran egocentrismo mundial (del que todos pecamos en algún momento, quien esté libre, que tire la primera piedra y ese no seré yo) ¿Por qué nos cuesta tanto ponernos en el sitio de los demás? ¿Dónde quedó esa mínima empatía social? ¿Cómo se puede llegar a un restaurante y ocupar una mesa de ocho comensales cuando son 3 doñas las que van a comer ahí? Son situaciones que te hacen pensar y si me apuras, hasta enfadarte. Porque pongo la mano en el fuego de que si van ellas con sus respectivas familias y son las que sufren esa desconsideración, estarían jurando en arameo el resto del almuerzo...

Desde aquí mi reflexión: no perdamos la perspectiva señores, a veces dar un poquito o ponerse en el lugar de los demás trae consigo buenas recompensas. O si no, tengamos esperanza de que el tiempo las traerá.

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