sábado, 23 de junio de 2012

Baile de máscaras

Realmente, me encantaría decir que el título del post es porque estoy organizando uno o al menos que me han invitado, pero no, qué más quisiera un servidor (aunque me lo apunto como idea para un futuro, que la verdad tiene que estar de lo más chulo) Llevo todo el día tarareando una de las canciones de uno de mis musicales favoritos, que cita:





"Carnaval, mascarada artificial, carnaval, que se oculta en un rostro enmascarado..." (originalmente del gran sir Andrew Lloyd Weber, es decir, mi querido Fantasma de la Ópera)






Y con todo esto, me he puesto a pensar en las máscaras que nos ponemos delante de los demás. Todos nosotros tenemos un gran arsenal de antifaces, por razones de lo más variopintas, ya sea por protegernos de que nos hieran, por no decepcionar a alguien o por guardar con celo algún secreto. Aquellos que tienen un mayor control sobre las situaciones sociales, no tienen ningún problema cuando deben camuflarse en el momento preciso, dado que cuando llegan a casa, saben dar los pasos indicados para quitarse la careta.

Pero, ¿qué pasa cuando la máscara nos la ponemos para nosotros mismos? Cuando nos negamos a ver nuestra realidad y optamos por cobijarnos tras una fachada. ¿Cuándo empieza a ser doloroso? ¿Cuánto podemos aguantar el engaño? O lo que es peor, ¿y si no sabemos que nos estamos engañando? Imagina que se te cae la máscara cuando menos te lo esperas o que ha llegado alguien que te la arranca sin que te des cuenta... ¿Qué hacemos en un momento así?

El saber estar y el decoro social poco tienen que ver con el auto-engaño y la mentira. Es de lo más educado ser políticamente correcto o saber comportarnos en determinadas situaciones, pero cuando empieza a entrar en conflicto con tu propia identidad o con tus valores, tienes que obligarte a parar. Plantarte delante de un espejo, quitarte la máscara y decir: "Este soy yo". Una vez que te lo admitas a ti mismo, te será mucho más fácil admitirselo a los demás, siempre y cuando encuentres el valor para hacerlo...


2 comentarios:

  1. Me parece una reflexión bastante acertada, y me encanta el contraste en el que enfocas el arte con el comportamiento del ser humano, en las pequeñas cosas siempre encontramos grandes verdades, solo hay que saber apreciarlas y compararlas con lo que nos inspire. ¡Me encanta!.
    Rita

    ResponderEliminar
  2. Las máscaras son el precedente del término "personalidad". Creado a partir de los teatros griegos, donde los actores se ponían unas mascaras para representar a un personaje, sintiéndose libres para poder ser "otr@" aprovechando que tras la máscara, nadie los reconocía...
    Dicho esto, es preciso hacer hincapié en que todos llevamos máscaras y cuando uno lleva una careta, a veces molesta su tacto y por lo tanto, de vez en cuando nos la quitamos.
    El autoengaño es innato y necesario en el ser humano. Pero lo importante es saber cual es nuestra verdadera cara y nunca perder la careta.

    ResponderEliminar