lunes, 12 de agosto de 2013

Dicotomías mentales

Los meses estivales son para no dar un palo al agua, para relajarse o para no parar la pata, siempre y cuando no tengas los exámenes de septiembre a la vuelta de la esquina (mucho ánimo para todos los que están en ese caso). Te surgen mil y un planes, cuarenta proyectos y cientos de ideas, pero no llegan todas a buen puerto, más que nada porque no hay tanto tiempo en tres meses. Compromisos familiares y sociales cubren la totalidad del tiempo libre. 

No es de extrañar que muchas personas se vean en una encrucijada constante, pues no saben manejarse. De todos modos yo creo que está bien perderse un poco, soltar un poco las riendas, tirar el ancla de vuelta al mar y pararse un momento. Respirar. Ese momento de confusión y paz mental, tan contrapuestos y tan necesarios. Organizarse está bien, pero a veces cierto grado de "desorganización" es bien recibido. A fin de cuentas para eso están las vacaciones, para liberar tensiones, hacer planes para que nunca lleguen y dejarte llevar por lo que aparezca.

Un servidor es partidario de no olvidarse de uno mismo y si no pueden cumplir con expectativas de los demás, al menos intenten cumplir las propias. Y como no hay nada mejor que aplicarse el cuento, voy a encargarme también de lo mío.

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