sábado, 13 de octubre de 2012

Organización y Espontaneidad

Según vas creciendo y avanzando en tu vida, te das cuenta de lo importante que es la planificación y la programación en el día a día. Una agenda puede convertirse en tu mejor aliada en un mundo en constante cambio, cuando te retrasan una cita programada hace dos semanas para tres días después y cosas por el estilo. Los que me conocen saben que soy fan incondicional de la programación, aunque a veces me deje llevar por el tentativo camino de la espontaneidad (cosa que hago mucho menos de lo que debería)

No solo está bien llevar un control de las cosas formales, citas médicas, turnos de prácticas y grupos de estudio, sino también de las relaciones informales (no siempre, pero es un consejo) Realmente es un alivio y supone menos quebraderos de cabeza, cuando llevas un relativo control en lo respectivo a los planes de ocio. Además que lo disfrutas sin presiones, sin agobiarte por estar en otro lugar o haberle dicho a Fulanito que te veías con él un rato después, pero pasando primero por casa de Menganito.

Hoy me fui de almuerzo con mi querida D y unos amigos más, una tarde con una comida digna de cualquier restaurante estilo dinner americano. A pesar del rato de espera, la poca disponibilidad de mesas y los traslados de última hora, fue un rato de lo más agradable y divertido. Y, como un servidor cree, parte de esa diversión se debe también a haberlo organizado con tiempo.

Pero dentro de mi cuadrícula de mundo organizado y con sus límites, surgió después la posibilidad de un paseo inesperado, con un café aún más improvisado, para seguir contando cosas entre ella y yo. Solo puedo decir que cada persona es un mundo independiente, esperando a ser descubierto y explorado, y en el caso de mi querida D, las aventuras que se pueden compartir son dignas del mismísimo Julio Verne. Lo siento, queridos amigos, pero esas cosas les aseguro que se van a quedar entre ella y yo, o para ti si lo lees, entre tú y yo


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